Tras celebrar el solsticio de verano el día de San Juan, hemos llegado al verano y tenemos mucho que celebrar. Antes que llegue la próxima luna llena, el sábado 13 de julio las brujas de Sigüenza saldremos a representar la Noche de Embrujo en las Jornadas Medievales. Chicos y mayores están invitados a pasar una velada agradable, en la que nuestros personajes intentarán trasladarles a la época del reinado del Rey Don Pedro I, el monarca de Castilla más justo y cabal con el pueblo llano y más cruel con la nobleza traidora.
Comenzó la Noche de Embrujo ya hace veinte años con las Jornadas Medievales, de forma casi improvisada a ritmo de dulzaina y tamboril, recorriendo las Travesañas en dirección al Castillo. En la primera Noche de Embrujo en vez de escoba, tuvimos que llevar un paraguas debido a la fina y pesada llovizna que no consiguió amargarnos la noche ni detener nuestra ilusión. No teníamos todavía ningún dialogo preparado para la ocasión, solo el proyecto que fuera una actividad diferente y especial alrededor de la figura de la bruja medieval (alcahueta o trotaconventos). Paso tras paso, fuimos subiendo al Castillo, y tras unas palabras sobre el Rey Don Pedro, se unió a la representación una bruja especial que se acompañaba de unas niñas y con tan sólo un plumero de colores encandiló a todos recitando el “Gato Tiñoso”. La semilla de la ilusión germinó en un grupo informal por el que han pasado muchas personas, y en el que fuimos incluyendo a muchos niños como protagonistas de la representación. Los mayores seguimos siendo igual de jóvenes que cuando comenzamos, pero los niños se nos hicieron mayores en estos años, y en la actualidad son personas de bien, a pesar de las brujas. Gracias a todos ellos.
Muchos recordaran el pesado carromato de las brujas que llevamos un año, ¡ha llovido desde entonces!, toda una obra de artesanía que a unas pobres mujeres resultó harto difícil conducir por el empedrado de las Travesañas; o el dragón que nos acompañó en otra ocasión y que echando fuego por la boca acabó incendiando alguno de nuestros sombreros; los fuegos fatuos que salían del pozo del Castillo con el embrujo del mismo nombre; o la silla de montar de Dña. Blanca, convertida en el trono de la Reina de las brujas; y también a nuestro querido “marido brujo” paseado en andas o en sillón durante varios años. Hemos bailado y saltado a ritmo de dulzaina y tamboril, a ritmo caribeño de batucada, con el sonido del tambor y la gaita de boto aragonesa, y el año pasado con la alegría y buen hacer de la batuca seguntina. ¡Sobrevivir y adaptarse construyendo siempre parte del camino! Escribimos algunos hechizos, adaptamos romances medievales y recobramos algunas historias que siempre estuvieron esperando para ser contadas y con las que intentamos cada año sorprender a quien se acerca a escucharnos.
Si alguno de ustedes niega que allá por el siglo XIV (año menos, año más) existiera el concepto de bruja como lo escenificamos en la actualidad, deberemos darle toda la razón. La concepción de la bruja como un ser maléfico, aliada del diablo y con poderes sobrenaturales se originó a principios del siglo XV. Desde la antigüedad se hacía referencia al personaje de magos/as, hechiceros/as, druidas/esas y raramente a brujas como una persona con poderes sobrenaturales. Durante la época medieval lo habitual era que a estas mujeres, que atendían a sus convecinos, ayudaban a parir a las mujeres pobres y que transmitían sus conocimientos sobre hierbas y remedios de madres a hijas, se les denominara comadres, curanderas, parteras, sanadoras o curielas. En aquellos casos en que servían de intermediarias en relaciones personales, noviazgos, amoríos, chismorreos o información privilegiada fueron denominadas alcahuetas o trotaconventos. Los ricos podían acudir a físicos o médicos para sus dolencias, pero los pobres sólo tenían la posibilidad de acudir a estas sanadoras, por las que sentían por un lado respeto y por otro temor. Pero cuando las guerras, la hambruna, la peste o las penalidades asolaban un territorio, la histeria colectiva y la misoginia culpaba a estas mujeres de ser el origen de sus desgracias. Del siglo XV al XVII la persecución y quema de brujas se institucionalizó en la mayor parte de Europa siendo miles de personas las que fueron denunciadas y condenadas por el simple hecho de vivir al margen de los convencionalismos sociales, por dedicarse a la curandería o simplemente por envidias o rencores de vecinos y conocidos. Pero esos son hechos muy posteriores a nuestras recreaciones medievales de mediados del siglo XIV, una época cruel y terrible para Castilla, ya que los efectos de la guerra y de la peste negra produjeron una de las peores crisis demográficas de todos los tiempos.
En la Noche de Embrujo intentaremos que chicos y grandes se trasladen a una época que discurre entre mitos, leyendas, hechizos y ensalmos, donde las mal llamadas brujas no son más que mujeres de carne y hueso que han de ganarse la vida como comadres, sanadoras y ungüentarias. Para disfrutar de nuestra representación deberán seguirnos en nuestro recorrido desde la fuente de la Calle Valencia, donde comenzaremos puntuales a las 23 horas y luego hasta que ustedes aguanten.
• Fuente de los Cuatro Caños: Augurios y presagios de las brujas
• Arco del Portal Mayor: Romances del Rey Pedro I
• Fuente de la Sinagoga: Leyendas de Dña. Blanca de Borbón y Dña. María de Padilla
• Plaza del Hierro: Tierra de brujas y niños
• Plaza del Doncel: Brujas, rufianas y alcahuetas
Si quieren un adelanto de nuestra representación, podrán vernos en la Plaza Mayor el viernes en la presentación de personajes. Pero no se lleven a engaño y se confundan, el sábado noche deberán acompañarnos por la calle. No será un espectáculo para contemplar sino para participar y disfrutar. Les invitamos a que se vistan como deseen con sus mejores o peores galas y nos acompañen, pues ya saben que por la noche “todos los gatos son…”. Les esperamos.
Rita Rodríguez