Todos los años por estas fechas conocemos noticias sobre personas que han perdido la vida por ahogamiento en playas, lagos, piscinas o ríos. Tristemente gran parte de estos casos corresponden a niños o incluso bebés que por alguna razón entraron en el agua sin supervisión o sin las medidas de seguridad necesarias. El uso de flotadores de cintura o colchonetas no debe ser utilizado por niños pequeños ya que pueden volcarse o perder el aire, provocando el hundimiento de la criatura. Se deben utilizar manguitos homologados, burbujas de poliespan o chalequitos salvavidas, siempre bajo la supervisión constante de un adulto.
Un accidente es un hecho fortuito e inesperado, pero en el caso que nos ocupa se necesita que concurran una serie de circunstancias desfavorables para que se produzca la tragedia o en el mejor de los casos un buen susto. Los accidentes por ahogamiento no deben ser contemplados como un suceso de mala suerte o que ocurre por casualidad sino como un suceso que se podía haber evitado. Un estudio sobre estos siniestros pone de manifiesto que el 60% de las víctimas eran menores de seis años, la mayoría no sabía nadar y no utilizaban medidas de seguridad adecuadas cuando sufrieron el ahogamiento. Por otra parte estos accidentes suelen ocurrir porque las personas responsables de su cuidado no se dan cuenta del percance hasta que es demasiado tarde.
Los niños pequeños necesitan una vigilancia constante ya que pueden ahogarse en menos de tres minutos, en tan sólo cinco centímetros de agua, lo que equivale a la piscinita de plástico donde solemos colocar a los bebés. Por este motivo los niños siempre deben estar vigilados cuando estén cerca de un estanque, río o incluso en la bañera de casa durante el baño. La mortalidad por este tipo de accidentes ocupa la segunda causa de muerte infantil después de los accidentes de tráfico.
Hay que tener en cuenta una serie de causas que intervienen para producir el accidente por ahogamiento tanto en niños como en adultos y que es muy importante conocer para prevenirlas en los posible:
• Hidrocución. Es lo que tantas veces nuestras madres llamaban corte de digestión. Se produce cuando entramos en contacto con agua muy fría, dando lugar en el organismo a un desajuste de temperatura que no puede compensar; la víctima pierde la consciencia ahogándose si nadie se da cuenta. Puede producirse tras una comida copiosa que produce un aumento en la temperatura corporal o cuando hemos estado expuestos al sol durante mucho tiempo. La forma de prevenirlo es mojarse todo el cuerpo antes de meterse en el agua.
• Electrocución. Suceso que puede ocurrir cuando existe tormenta ya que el agua atrae con facilidad las descargas eléctrica de los rayos. La parada cardiorrespiratoria es una de las causas de muerte tras una descarga eléctrica. No hay que olvidar que cuando amenace tormenta eléctrica hay que alejarse de las zonas de agua y de arbolado.
• Ingesta alta de alcohol que produce falta de concentración, euforia y escaso control del sistema nervioso. Un suceso a tener en cuenta en reuniones y fiestas donde la gente acaba dándose un chapuzón en la piscina.
• Enfermedades que puedan producir una crisis de desvanecimiento dentro del agua y por lo tanto hay que extremar las preocupaciones: epilepsia, diabetes o enfermedades cardíacas.
• Traumatismos: zambullirse desde lugares elevados, saltar al agua donde hay escasa profundidad y caídas sobre otras personas. Pueden dar lugar a la muerte por el mismo traumatismo, a graves lesiones medulares y también al ahogamiento.
• La imprudencia es el error más frecuente que se suma a los anteriores. En muchos casos se produce una sobrevaloración de nuestras capacidades físicas para salir airoso de la situación. El desconocimiento de la zona donde nos estamos bañando, las corrientes intensas que no se pueden observar.
• La aparición de calambres musculares por agotamiento físico o maniobras de inspiración profunda antes de lanzarse al agua pueden provocar situaciones de riesgo de ahogamiento, por lo que toda precaución es poca aunque sea un nadador experto.
En caso de ahogamiento los síntomas más frecuentes son la pérdida de conciencia, ausencia de respiración, ausencia de pulso y dilatación de las pupilas. Recuerde que aunque aparentemente la víctima esté muerta, en los primeros minutos siempre puede ser posible restablecer el ritmo cardíaco y la respiración.
• Si se encuentra en esta situación NO intente sacar a una persona del agua si no tiene la formación adecuada ya que lo único que conseguirá es ahogarse también. Si usted se encuentra en una piscina pida ayuda a voces para que acudan los socorristas.
• Si es un niño o un bebé y puede sacarlo, coloque la cabeza más baja que el resto del cuerpo para disminuir el riesgo de que aspire agua.
• Sacuda y mueva a la víctima para que responda y comience a respirar.
• Si no respira pregunte si alguien conoce las maniobras de reanimación. No dejen de realizarlas hasta que llegue el personal sanitario.