Por el título de este libro parecería que nos íbamos a encontrar con una versión británica de la famosa cuesta de enero, una especie de brexit del derroche navideño. Pero nuestro gozo en un pozo. El autor no es inglés, sino escocés, y por allí lo del brexit suena bastante mal, y ya se sabe que los escoceses son bastante poco gastadores, salvo en whisky y cerveza, bienes considerados merecedores de protección especial. Alan Parks es, pues, un escocés de libro, nunca mejor dicho. Formado en la Universidad de Glasgow, donde reside y se desarrolla esta novela, trabajó muchos años en la industria musical, diseñando portadas de discos, realizando vídeoclips, fotos, en resumen toda la parte visual. Ahora aparece por aquí su primera novela, Enero sangriento, a su vez la primera aventura del detective Harry McCoy, extraño espécimen policial cuya mayor cualidad es la de estar al pleno de todos los vicios que deben estar ausentes en el manual del buen policía: visitante asiduo de los prostíbulos, consumidor de drogas (eso sí, blandas), amigo de los mafiosos más peligrosos de la ciudad, con un difícil pasado de hospiciano, y otras lindezas por el estilo. Pero a pesar de estos méritos, es un buen policía, concienciado de su deber y gustoso de ejercer la profesión, aunque a veces parezca su enemigo. La acción transcurre en los años setenta, años que, en la visión del autor, eran raros, difíciles: crisis económica y política, la ciudad metida a una enorme transformación física (destrucción de la zona centro para edificar grandes edificios modernos), mucha acción política e incertidumbre sobre el futuro. McCoy se mueve como pez en el agua en los terribles bajos fondos urbanos, lo que le acarrea más de un problema con sus superiores, siempre dispuestos a echar un capote a los poderosos metidos en problemas y a traspasar éstos al temerario detective, que se mete con quién no debe. Debido a un chivatazo, McCoy debe proteger a una muchacha que corre peligro de muerte, aunque no puede evitarla. De la investigación se deriva una implicación de personajes cercanos al poder económico que se van convirtiendo en intocables según corre la historia, lo que saque de sus casillas a nuestro personaje. En un Glasgow donde empieza a llegar la heroína y condicionar la delincuencia local, la aventura de McCoy no hace más que complicarse con nuevos indicios que van liando la investigación y marcando su desarrollo. Ruda y tierna a la vez, la historia que nlos ofrece Parks tiende a asemejarse más a las obras de Ian Rankin y su personaje central, Jack Rebus que a las del fallecido Philip Kerr y su inolvidable Bernie Gunther, por citar los otros escritores nacidos en Escocia, gigantes de la moderna novela negra; comparte con el primero ese mundo gris y nuboso en donde la frontera del bien y el mal va recorriendo caminos muy sinuosos e indefinidos, llegando a confundir tales términos en múltiples ocasiones. Parks escribe una muy interesante novela a la que seguirán, según parece, más aventuras que, a buen seguro, tendrán muy buena aceptación.
La hoja de parra
Enero sangriento. Alan Parks. Tusquets.
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