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Monturiol, un genio utópico (segunda parte).

En el artículo anterior dejamos a nuestro héroe en una difícil tesitura: su empresa llena de deudas y sin ingresos; muy popular en España, aunque sin financiación oficial. Monturiol comienza, entonces, a capitalizar su popularidad mediante una colecta nacional que consigue el apoyo de prácticamente toda la prensa española.

Ante la falta de capital, la compañía creada en Figueras en 1857 para la recolección de coral se convierte en una sociedad de acciones llamada La Navegación Submarina, de la que se venden 4.000 acciones a 25 duros cada una.

En el diseño del nuevo submarino colaboraron los ingenieros navales José Mª Pascual y Simó Fontcuberta. En esta nueva fase, 1861, el ingeniero Joan Monjo Pons, quien ya trazó los planos del primer Ictíneo, se incorpora a la empresa con el encargo de elaborar los cálculos y los planos del Ictíneo II. Él es el verdadero artífice del diseño detallado de las soluciones técnicas ideadas por Monturiol.

La nueva empresa construye un segundo submarino mucho más maduro y sensato que el primer Ictíneo, con 17 m de eslora; 3 de manga y 3,5 de altura; una tripulación de 20 hombres; construido en madera de roble y olivo, con un recubrimiento de cobre y refuerzos de bronce; doble casco; un sistema de renovación del aire y el sistema de inmersión mejorado, ya que en este modelo las “vejigas natatorias” funcionaban perfectamente.

No obstante, compartía con el modelo anterior un serio inconveniente: la lenta velocidad en superficie, algo superior a un nudo, pues la propulsión continuaba siendo manual, de la que se ocupaban 16 hombres de los 20 de la tripulación. La solución fue la mayor innovación del submarino de Monturiol.

Cuando el submarino ya estaba armado se instaló, pieza a pieza, por la escotilla superior una caldera de coque y, a proa, un motor de dos pistones. Este motor desarrollaba 6 CV. Por desgracia, el resultado de tanto esfuerzo solo fueron 2 nudos, una velocidad incapaz de doblegar las corrientes marinas y que producía un calor insoportable en el interior de la nave.

Para la propulsión en inmersión se diseñó un reactor químico, que movería otro motor de 2 CV. Uno de los productos resultantes de la reacción química era el oxígeno, que se pretendía utilizar para la renovación del aire. Este segundo motor fue construido y probado en el taller; pero nunca llegó a estar instalado en el submarino; no obstante, el concepto estaba muy adelantado a su tiempo, ya que no fue hasta 1940 en que los alemanes lo utilizaron en el submarino V-80, y posteriormente también lo hicieron los británicos.

El padre de ambos motores fue Josep Pascual Deop, quien se había incorporado a la compañía siendo estudiante de Ingeniería Industrial y terminó siendo el yerno de Monturiol.

El modelo resultaba algo inestable horizontalmente (presentaba dificultades de trimado). Este era un asunto grave, pues muchos de los submarinos anteriores y posteriores padecieron este defecto por el que en alguna ocasión acabaron en el fondo.

El Ictíneo II se bota con éxito en el Puerto de Barcelona el día 6 mayo de 1865 y en las pruebas realizadas durante todo el mes alcanzó los 30 m de profundidad, todo un logro para la época. Sin embargo, el tremendo esfuerzo económico realizado durante 6 años de desarrollo por una pequeña empresa privada, las deudas y la falta de ayuda gubernamental, hicieron ineludible la disolución de la sociedad y el submarino fue desguazado para vender los materiales.

Es indudable que el Ictíneo II introdujo varios sistemas necesarios para la navegación submarina como los motores de vapor, los sistemas de inmersión sofisticados y la renovación mecánica del aire. Este modelo era muy superior al de Cosme García. Si su desarrollo hubiera continuado, España hubiera contado con la primera flota de submarinos civiles y militares de todo el mundo. Aunque es difícil saber cuánto le faltaba para alcanzar ese momento.

Escribe en 1870 otro memorial describiendo una versión muy mejorada del Ictíneo II, resolviendo muchos de sus defectos.

Al llegar la Primera República Española, en 1873, Monturiol vuelve a la actividad política, siendo elegido diputado de las Cortes Constituyentes por el Partido Federal. En esa época fue nombrado Director de la Fábrica Nacional del Sello. Pronto llega la Restauración Borbónica en 1874 y cesa en sus cargos, regresa a Barcelona donde entra a trabajar con un primo suyo corredor de bolsa.

Narcís continúa inventando muchas máquinas que no llegó a patentar y haciendo algunos negocios, como la venta a la Fábrica de Tabacos de Madrid de una máquina para hacer cigarrillos. Como testimonio de las tensiones que se vivían en la época de la primera industrialización, a esta máquina le llegó su final cuando las trabajadoras manuales de la fábrica la destruyeron durante un motín.

Fallece en casa de su hija Anna en San Martín de Provensals, Barcelona, el 6 de septiembre de 1885, rodeado de su familia.

Monturiol desarrolló sus inventos a través de sociedades anónimas de los inicios del capitalismo, como es habitual hoy en día; en cambio, Cosme García siempre fue un artesano que desarrolló sus ingenios individualmente, lo que perjudicó grandemente el impulso de sus ideas.

Narcís Monturiol botó su primer submarino en 1859 en el Puerto de Barcelona, aproximadamente un año y medio más tarde de que lo hiciera Cosme García en el mismo lugar; y lo probó oficialmente en el puerto de Alicante en 1861, casi tres años después de que el riojano obrara lo mismo en igual sitio.

Narcís, que nació un año y un día después que Cosme, arrastró, como si de una condena del destino se tratara, esa demora en el desarrollo de la navegación submarina.



Planos detallados del Ictíneo II de Narcís Monturiol. Fuente: Enciclopedia Universal Europeo-Americana, Espasa-Calpe S.A. Tomo 36, 1918.

Para saber más: Agustí Nieto-Galán. Santponç, Monturiol, Peral. La seducción de la máquina. Nivola, 2001.

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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