Hanna Reitsch nació en 1912 en la baja Silesia. Su padre, siguiendo la tradición familiar, quiso que estudiase medicina. Ella, que desde niña soñaba con volar, puso como condición ser doctora aviadora en las colonias alemanas de África. Parecía que lo iba a conseguir cuando, a los veinte años, obtuvo el título en la escuela de vuelo sin motor de Grunen. Allí mismo batió su primer récord: permaneciendo más de cinco horas en vuelo con un planeador. Era la única mujer, y, quizás por ser la mejor de su promoción, decidió entonces dar un giro a su vida, abandonar sus estudios de medicina para dedicarse por entero a volar, su gran pasión.
Y en aquellos años 30 fue contratada como maestra en la escuela de planeadores. Participó en una expedición de investigación en Brasil y Argentina y fue pionera en volar en helicóptero. Después realizaría la travesía de los Alpes en planeador, consiguiendo uno de sus mayores logros, el récord mundial de vuelo dirigido. Su carrera aérea iba en alza, siempre en aparatos sin motor. Llegó a ser uno de los más audaces pilotos de pruebas de Alemania, país que no contaba con ningún otro tipo de aviones, debido a que entre las duras condiciones impuestas a Alemania por los vencedores de la Primera Guerra Mundial, estaba la prohibición de desarrollar una industria aeronáutica.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se impulsó esta industria en todos los países. Alemania, dejó de ser una excepción y alcanzó tal desarrollo que incluso llegó a crear los primeros aviones-cohete de la historia y las bombas volantes. Hanna Reitsch no dudó en pilotar aquellas bombas, durante su periodo de experimentación.
Con sus proezas no sólo logró alcanzar espacios impensables para las mujeres de su generación, que vivían relegadas exclusivamente a las tareas domésticas, sino que llegó a convertirse en un icono social. Fue la única mujer premiada con la Cruz de Hierro de primera clase y recibió el Distintivo Aéreo Militar de Oro con Diamantes.
Pero todo no fueron recompensas y alabanzas, Hanna Reischt también vivió peripecias asombrosas y sufrió aparatosos accidentes, poniendo en peligro su vida en numerosas ocasiones. Debido a su audacia, fue el último aviador que aterrizó junto a la Puerta de Brandemburgo en Berlín, en una misión que la llevó hasta el búnker donde se refugiaba Hitler, antes de la toma de la ciudad por los aliados el 28 de abril de 1945. Días después Hanna cayó en manos de los americanos. Estuvo presa quince meses, sometida a juicio en los Procesos de Núremberg, al no haber crímenes que imputarle, fue liberada.
Con el final de la guerra, se produjo el retorno de la sociedad a la vida cotidiana anterior y ella decidió reinventar su vida. Como otros compañeros se convirtió en piloto deportivo. Escribió varios libros, entre ellos, su autobiografía, “El cielo es mi vida”. Su atrayente personalidad no dejó indiferente a quienes la conocieron: en 1961 el presidente Kennedy la invitó a visitar la Casa Blanca, causando malestar entre la sociedad norteamericana por el pasado nazi de la piloto. Fue amiga de Indira Gandhi y huésped del presidente Pandit Nehru en La India, donde fundó y dirigió escuelas de vuelo en planeador. Participó en la construcción de una escuela de vuelo en Ghana.
Camiones de apoyo de campeonato del mundo de vuelo a vela de 1952 a su paso por Torija.
Hanna Reitsch y Sigüenza
En el año 1952 la Federación Aeronáutica Internacional convocó en el Aero Club de Madrid los 2º Campeonatos del Mundo de vuelo a vela. Esta cita significó el regreso de los pilotos europeos a la navegación aérea con fines deportivos. El 30 de junio la Hoja del Lunes publicaba la noticia de la inauguración del evento con asistencia de las principales autoridades junto a un centenar de pilotos procedentes de 19 países diferentes. Entre los alemanes sobresalía la única mujer participante en el campeonato: Hanna Reitsch. Durante dos jornadas los participantes tuvieron la oportunidad de realizar entrenamientos antes del concurso, que se realizaría entre los días 2 al 13 de julio con rutas dirigidas hacia Zaragoza, Huesca, Barcelona… La competición estuvo muy reñida por el elevado nivel tanto de las pruebas como de los pilotos.
Uno de los itinerarios establecidos para el Campeonato fue Cuatro Vientos–Torresaviñán, donde había un campo de aviación. Hasta allí llegaron por el aire los aeroplanos concursantes y por carretera, los vehículos oficiales con personal técnico. Al conocerse la noticia en Sigüenza, un grupo de chicos, entre los que se encontraba Antonio López Negredo, acompañados por su tía Ascensión, montaron en la camioneta del Tori, para acercarse al lugar. No fueron los únicos, los vecinos de la zona, en bicicleta o a lomos de una mula, se acercaron hasta el aeródromo. Otros interrumpían sus tareas agrícolas, para mirar al cielo al paso de los aviones.
A borde de una aeronave aterrizó la famosa aviadora en Torresaviñán, en medio del campo ante un numeroso grupo de público: ellos con sombreros de paja y ellas con la cabeza cubierta por un pañuelo para protegerse del sol, todos ansiosos por verla de cerca, se agolpaban al tiempo que la vitoreaban entusiasmados.Miembros de su equipo, llegados hasta el lugar en camionetas por carretera, la esperaban para ayudarla a salir del aparato. Hanna alzó su mirada para saludar con un gesto al público y se percató de la presencia a pocos metros de un grupo de niños que, puestos en hilera, la contemplaban absortos y maravillados. Ella, con la amabilidad que le caracterizaba, dejó a los adultos para acercarse y ofrecer su mano, que uno a uno estrecharon los chicos de Sigüenza, entre sorprendidos y orgullosos. No había fotógrafos, ninguno de ellos llevaba una cámara para inmortalizar aquel momento único. Oficialmente si se conserva un reportaje gráfico del campeonato en el noticiero del NO-DO.
Esta etapa del campeonato quedó marcada por el desafortunado accidente de un piloto inglés que, gravemente herido, fue trasladado hasta Sigüenza, acompañado por algunos compañeros entre los que se encontraba Hanna Reitsch, para ser atendido en el Hospital de San Mateo. Apenas estuvieron unas horas, hasta que los médicos aconsejaron su evacuación a otro centro sanitario. Por ese motivo, no pudieron visitar la ciudad y poco vieron desde el vehículo donde viajaban. El piloto falleció durante el viaje.
La competición continuó y el día de la clausura, Hanna Reitsch subió al podio del Aeroclub para recibir la medalla de bronce de manos del Comité de honor, uno de cuyos miembros era Agustín de Figueroa, Marqués de Santo Floro, hijo del Conde de Romanones.
Como muestra de agradecimiento por la organización del campeonato, el gobierno alemán obsequió al de España el aeroplano que había volado la premiada piloto femenina, actualmente conservado en la colección del Museo del Ejército del Aire en Cuatro Vientos.
Hanna Reitsch, voló por última vez en 1979, poco antes de fallecer a la edad de 67 años en Francfurt, enferma del corazón.
Amparo Donderis Guastavino
Archivera Municipal de Sigüenza