Se inauguran el 21 de mayo, más de 300 km de caminos señalizados para recorrer a pie o en bici por la comarca.
Si tienes unos pinreles más o menos en forma o una burra con o sin pedales; si además aprecias el aire que respiras mientras te embelesas con el paisaje o te sobrecoge el canto o el encanto de un rincón ignoto; si te gusta aprender del tiempo y los espacios, de las labores humanas y no tan humanas que han labrado las grietas del territorio; si admiras el respetuoso empeño por domesticarlo a base de cabañas o tainas de piedra y palo, de molinos movidos por el agua, ermitas o iglesias -incluso catedrales- de primorosas sillerías guardando o presidiendo pueblos y aldeas; si te apetece otear horizontes desde castillos y alcazabas, atalayas y fortalezas; si quieres conocer los secretos de la sal y la lana, los porqués de los devenires, la Historia y las historias; si te gusta saber por dónde pisas ahora tienes un buen plan.
Tendrás que llegarte a Sigüenza o alguna de sus veintiocho pedanías, donde te esperan más de trescientos kilómetros de caminos y veredas entre valles y altozanos, vegas y parameras, bosques, ríos y arroyos marcados al rumbo de los secretos de la comarca. Un perímetro de 162 km -denominado ruta Cero- ciñe las pedanías y la propia ciudad de Sigüenza a modo de arteria principal de la que se desgajan hasta cinco rutas en bicicleta de montaña y otras tantas a pie.
Conviene tomárselo con calma... Habrá quienes las transiten para ejercitarse, en un afán puramente deportivo, haciendo trekking o pedaleando sin cesar hasta sudar la camiseta. Pero estas son tierras diversas -también biodiversas- propicias a la sorpresa y plagadas de detalles, pequeños tesoros y secretitos. El trazado de las rutas es un varios por uno. Hacer aquí lo que se conoce como turismo activo supone adentrarse en un mundo enriquecedor para la mayoría practicamente desconocido. Estamos en esa España más que diezmada, casi olvidada, pero que a fuer de ser ignorada ha logrado a cambio permanecer sin apenas mácula. Recorrer sus sendas es perderse en el tiempo y en el espacio, retrotraerse a épocas en las que la mayor presión física apreciable era la atmosférica. Caminaremos kilómetros sin ver a nadie, con la vista recreada ora en el horizonte límpio, ora en el mundo a nuestros pies, cargado de vívidos y vivaces matices.
Tampoco conviene armar bulla. Por estos andurriales crían o moran numerosas especies de aves y pajarillos, roedores, mustélidos, cérvidos, cánidos, felinos, batracios y reptiles que también tienen derecho a la tranquilidad, a su tiempo y a su espacio. Si pasas cerca de un nido de halcón, por ejemplo, te tomará por amenza y te echará una bronca de espanto hasta que te alejes y recupere su privacidad; si perturbas al alimoche se asustará y huirá; y quizás no regrese a criar el año próximo... Convengamos entonces que antes de ponerse en marcha estaría bien ilustrarse respecto a lo que nos podamos encontrar, nosotros y nuestros animales de compañía.
Son también estas tierras doctas en materia geológica... Hace 250 millones de años esto era el fondo de un mar somero, el de Tetis, que las fuerzas telúricas alzaron hasta la media montaña que es hoy dejando al descubierto heridas restañadas de sal entre peñascos, farallones, cortados o dolomías. Patear estas rutas es asomarse al remoto pasado de nuestro planeta Tierra y una buena oportunidad para entender, a través de sus rasgos, el devenir de la materia inerte que da sustento a la vida.
El trazado y la señalización de las rutas han sido financiados por el Ayuntamiento de Sigüenza y diseñados y llevados a cabo por el equipo de Segontia Rural S.L., un centro de ecoturismo ubicado en la localidad de Barbatona, muy próxima a Sigüenza. Más de trescientas estacas con sus correspondientes indicaciones han sido ancladas al terreno para guiar al caminante o al ciclista por caminos de herradura, veredas y senderos que otrora transitaron o transitan labriegos, pastores y rebaños, mercaderes, guerreros y algún que otro personaje histórico, como el Cid Campeador; o ficticio, como el insigne Don Quijote.
El asunto, sin embargo, no está exento de controversia; no a todo el mundo le ha parecido bien que le levanten la liebre por donde pisa o mora. En algunos lugares las estacas indicadoras han sido saboteadas, arrancadas y ocultadas; alguna hasta degollada con motosierra a modo de descontento. Opiniones habrá para todos los gustos pero no parece esta la forma más adecuada de protestar o mostrar desacuerdo. Para bien o para mal este es un proyecto público nacido de una administración pública que ha sido elegida democrática y públicamente. Los dineros empleados también son públicos; es decir, de todos, y lo que algunos destrocen habremos de reponerlo nuevamente entre todos. Creemos que hay canales abiertos a través del diálogo para tratar de solucionar o consensuar problemas puntuales; de modo que está fuera de lugar la manifestación de discordancias mediante el vandalismo. Los hechos han sido puestos en conocimiento de la Guardia Civil de Sigüenza, que hará las diligencias e intervenciones oportunas.
Al margen de las polémicas o intereses encontrados que haya podido suscitar esta actuación municipal, lo que corresponde es reconocer el trabajo realizado, poner en valor esta infraestructura que acerca un poco más Sigüenza a sus pedanías y a éstas entre sí, y gestionarla de la mejor manera posible en beneficio de todos, incluidos los disconformes.
Juan de Ures