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Creo que el tema de la futura instalación de molinos eólicos (aerogeneradores) en el entorno de Sigüenza (o donde sea) no puede, ni debe, ceñirse solamente a argumentaciones a favor y en contra de ponerlos, en mi opinión no se nos deja pensar en el cómo, sí, en cómo montar una instalación de fuerte impacto ambiental pero generadora de grandes beneficios económicos en términos de energía (en principio limpia). Lo que tengo oído y leído se basa en arrendar terrenos para instalar los molinos y las vías de acceso por parte de las empresas interesadas (grandes multinacionales) para llevar a la red eléctrica general la energía producida, todo esto se alcanza tras un proceso de visto bueno de la administración o administraciones y los acuerdos con propietarios. Pues me pregunto: ¿Por qué se hace de forma distinta a una autovía?, ¿Por qué el estado no expropia los terrenos y los cede en determinadas condiciones al instalador de los molinos?, es decir, la típica concesión por 50 más o menos años al cabo de los cuales revierte al estado la instalación, el uso, explotación y conservación, generando así un beneficio real para todos (el estado). De otro lado, también me pregunto: ¿Por qué no entramos en un modelo social que reporte a todos los pobladores de las zonas afectadas (siempre rurales) un beneficio real por dicha instalación?, me explico; mucho de la controversia de la implantacióntiene que ver con los posibles rentistas y el resto que no obtiene nada. Se me ocurre que va siendo hora de tomar medidas para atajar la despoblación y realmente repoblar, ¿cómo?, pues bastaría que las empresas beneficiadas por el proyecto compartieran parte de su beneficio aplicando un descuento en las facturas de la luz de la zona afectada, pongamos un 50% de descuento sobre el recibo mensual de cada instalación, bien sea vivienda o industria, actuaría muy positivamente para fijar población e industria en las zonas rurales donde se acometen estos proyectos. Ya basta con explotar el campo y sus pueblos hasta llegar incluso al paisaje. Ya, vale, soy un utópico, pues sí, pero déjenme soñar.

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