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La guerra había empezado hacía ocho meses. El pueblo había caído en la zona leal a la República pero en tres meses ya había cambiado de bando. Ni al principio ni cuando lo tomaron hubo problemas graves.

Mi tío se tenia que incorporar por su quinta después del verano y pensaba que si se marchaba voluntario podría elegir cuerpo y se marcharía con los chicos de un regimiento que tomó el pueblo y se hicieron buenos amigos. 

Por el contrario su novia, Eloisa no pensaba lo mismo y entre aquellas dos luces sentados en el pretil del puente sobre el rio habían discutido acaloradamente. La despedida fue seca y fría con mal gesto por ambas partes.

Cuando el tío llegó a casa no tenía ganas de cenar y mucho menos de cruzar palabra con nadie.

Al verlo entrar su padre que le estaba esperando va y le dice que a la mañana siguiente le toca sacar el rebaño de cabras y el que ya tenía una idea preconcebida, aquello le sentó mal y no pudo por menos de callarse y acabó discutiendo con su padre y se fue a la cama sin cenar.

La sorpresa llegó a la mañana siguiente cuando se van levantando y el tío Andrés no ha bajado a desayunar y no se le siente. En un principio piensan que ha madrugado y se ha ido a sacar las cabras. 

Ante la duda mandan al hermano Tomás que vuelve diciendo que las cabras aún están en la paridera.

Mi tío se levantó muy temprano , cogió un trozo de pan y queso , su manta de pastor y salió carretera adelante hasta llegar al pueblo próximo , que es más grande y se dirige al puesto de la Guardia Civil para decir que se quiere ir voluntario a la guerra.

Le preguntaron que si tenia alguna preferencia por algún cuerpo, ya que marchaba voluntario y dijo que le gustaría incorporarse al regimiento que pasó por su pueblo y dijo el nombre.

Resultó que dicho regimiento estaba acantonado como a veinte kilómetros de allí y que si quería podía seguir andando hasta darles alcance e incorporarse a ellos. Eso sí ya iba cómo soldado y que si no se incorporaba seria considerado desertor.

Al día siguiente ya se incorporó como voluntario , le dieron de comer , un medio uniforme con correaje, su mosquetón y le mandaron a confesarse con el capellán que ya se encargaría de sacarle la razón de su llegada.

En el pueblo, la noticia corrió cono un reguero de pólvora y esa mañana en el lavadero no se hablaba de otra cosa.

La novia no se atrevió los días y poco a poco se llegaba a la normalidad.

Un domingo al salir de misa Eloisa se entretuvo un poco y salio de las últimas y después de volver la esquina se quedó sola camino de casa.

Así cómo sin querer se le acercó el Julián, un mozo del pueblo algo mayor que ella, al que llamaban “el Tollo”y que siempre andaba a la greña con piques y desafíos con Andrés.

De una manera sutil y hablando en voz baja , se puso a su lado mientras andaban y comenzó a afearle la actitud de su novio y que el nunca la habría dejado sola y que si tal y cual.

Eloisa con la cabeza agachada apretó el paso pero el otro seguía dale que dale.

De un callejón como un torbellino y sin mediar palabra apareció el hermano mayor del novio y sólo con su presencia no hizo falta de decir palabra. Julián se separó dio media vuelta se sujetó la chaqueta que llevaba sobre un hombro y así evitó que se le cayera y apretó el paso sin volver la cabeza.

No hizo falta mediar palabra, sólo una mirada y se separaron.

La vida de Andrés en el ejército no le daba tregua . Cómo era un batallón de choque se vio en vuelto en los combates mas duros y por ello más conocidos. 

Estuvo en Teruel, despues Belchite, Brunete, Don Benito y Pozoblanco y como colofón el Ebro.

Después estuvieron en Las Rozas y desde allí vivieron el Golpe de Casado y al final entraron en Madrid.

La vida en el pueblo entre Eloisa y Tomás se había estabilizado,.

Salían juntos por la tarde a pasear y ya no empezaban la conversación con el “¿has recibido carta?”

La relación cada día es más amigable y tanto se nota que alguna mujer mayor y por aquello de la moral que te da la edad les llegó a decir “vosotros vais a acabar juntos“.

Y así van pasando los días , los meses y ellos sólo pensando en el presente.

El tiempo pasaba y con el llegó el fin de la guerra y haciéndose esperar llegó Andrés. 

Llegó triste, asqueado de la vida y con cierta melancolía de los compañeros de armas donde a cada minuto, cada hora o cada día se quedaban en el camino por una causa que le habían dicho pero que sabían que al final las mieles del triunfo no se las iban a llevar ellos.

Con Andrés en el pueblo la relación con Eloisa se retomó rápidamente .

Ella no iba a hablar de sus paseos con Tomás y él no quería hablar de la guerra.

A los dos meses escasos se habla de boda en el pueblo. Eloisa estaba embarazada.

Tomás se marchó a trabajar a Barcelona y pasado un tiempo se fue voluntario con la División Azul, murió en Rusia y nunca volvió a su pueblo.

Segismundo

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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