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Qué mejor que una carpa circense para hablar de trucos de ingeniería genética, malabarismos de compañías multinacionales, acrobacia política. En la carpa de Albendiego se celebró la II edición de  las Jornadas informativas y de debate “Somos” organizadas por la Asamblea Unión de Pela.

El tomate de la discordia
Tuve que retirar de la mesa, discretamente, un par de tomates que había comprado en el supermercado de una cadena internacional para una comida en el campo. En vez de la comida campestre aterricé en una mesa donde abundaba un exquisito queso de cabra hecho por el grupo de Santamera, cerveza elaborada por los de Fraguas, empanadas, ensaladas, patés, setas, todo ello hecho por los mismos comensales.

Y no se trataba de ninguna jornada gastronómica. Era simplemente un descanso para comer en las “Jornadas informativas y de debate” organizadas por la Asamblea Unión de Pela, un grupo, mitad agricultores, mitad intelectuales que residen en la Sierra Norte y que organiza actos abiertos a todos.

Antes de la comida se presentó la ponencia “Los herbicidas y sus efectos sobre la salud y la biodiversidad”, y todavía quedaban rescoldos del debate a la hora de comer. La imagen de gigantescas explotaciones agrícolas, donde los cultivos se tratan con todo tipo de productos químicos, flota sobre nuestra mesa. Por eso, a hurtadillas, retiro mis tomates. Un trozo de jamón de York, comprado en la misma cadena de alimentación, me lo arranca de la mano el perrito de alguien. Con alivio me dirijo hacia la comida ecológica.

Ahora bien, tengo una duda (y no solo yo). La Unión de Pela reúne a un grupo de personas que viven en la Sierra Norte de Guadalajara, muchos tienen sus huertos; algunos, cabras y ovejas. Están rodeados de naturaleza y pueden por lo menos plantearse la cuestión del consumo de productos autóctonos y “limpios”. Pero para alimentar a una gran ciudad se necesitan miles y miles de hectáreas de cultivo, donde lo importante no es la calidad sino la cantidad… ¿o no es así? Me contestan que no, que incluso en las grandes urbes existen mecanismos para acercar al consumidor al productor local y romper el monopolio de las grandes compañías de alimentación.

La ponencia sobre herbicidas, que presentó Paulina Belinchón, se centraba más bien en el uso de los así llamados fitosanitarios en espacios comunes: parques, carreteras, etc. Los herbicidas que se aplican aquí para quitar la maleza son los mismos que se utilizan en agricultura y tienen detrás el mismo lobby de grandes empresas internacionales. No está al alcance de la gente “de a pie” imponer sus exigencias a las empresas agrícolas particulares pero sí conseguir que no se envenene innecesariamente el espacio público. La Plataforma contra los Herbicidas de Guadalajara apoya todas las acciones dirigidas a este fin.

Una nueva carrera armamentista
Gabriela Vázquez (Gabi) estudió Biotecnología en la Universidad. Ahora colabora con Ecologistas en Acción, y fue quien dio la siguiente charla, sobre transgénicos y soberanía alimentaria. Estaba relacionada con la charla sobre los herbicidas, porque las plantas genéticamente modificadas se crean, en gran medida, precisamente para que presenten resistencia a los herbicidas que acaban con todas las plantas a su alrededor, dejando solo esos cultivos. La creación de herbicidas y la ingeniería genética van aparejadas. Un caso conocido es el de la empresa multinacional Monsanto que en su tiempo patentó el herbicida glifosato y luego se ha dedicado a elaborar y vender semillas resistentes a ese herbicida. Otra variedad de transgénicos comercializados son las plantas que producen insecticidas para su propia defensa porque se les ha insertado un gen de una bacteria que genera una toxina.

Gabriela defiende que “todas estas líneas de alta productividad se desarrollan a costa del futuro”. Ya no tenemos los precios de petróleo barato que impulsó en su tiempo la agricultura uniforme y basada  en productos químicos. Pero tampoco tenemos ya el suelo sano y fértil. Hemos perdido la salud de microorganismos que viven en ese suelo, ya no tenemos insectos beneficiosos que puedan controlar de manera natural a las plagas. “Nos hemos metido en una espiral: creamos químicos nuevos a los que la naturaleza contesta creando microorganismos con resistencias nuevas. ¿Quién va más rápido? Es una carrera armamentista”, dice.

Parece más sencillo de lo que es
“Yo estudié biotecnología en la Universidad –dice Gabi –. Y cuando te explican estas cosas lo hacen de una forma bastante simplificada. Parece que es más sencillo de lo que es. En algún momento te cuentan que no es tan sencillo…”
Las interacciones del gen que se introduce con otros genes son imprevisibles. “Aquí en España lo que está aprobado es un maíz en el que se ha introducido, entre otras cosas, un gen de una bacteria, una parte de ADN de un virus, parte de una coliflor y parte de una petunia. Con eso lo que se consigue es que el maíz produzca una proteína que es capaz de matar a determinados insectos”.
¿Cómo se realiza el proceso de introducir este gen en una planta? “Cuando oímos hablar de ingeniería genética nos imaginamos algo quirúrgico y milimetrado”, –dice Gabi– pero no es así. Hay dos modos principales de hacerlo. Sin entrar en detalles, por medio de una bacteria-“portadora” del gen o “bombardeando” la célula donde quieres entrar con trozos de ADN. En ambos casos la “puntería” es nula. El gen se introduce al azar sin saber ni con lo que interactúa, ni lo que va a producir antes, ni después...

Pero esa “incógnita” se comercializa directamente, y a gran escala. Todos participamos –en calidad de conejos de Indias– en el experimento. Porque incluso si estamos acostumbrados a escrutar las etiquetas de los productos que compramos, no hay manera de saber si la carne que comemos es de una vaca que, a su vez, se alimentaba del pienso que incluía plantas modificadas.  
A diferencia de los transgénicos que se utilizan para investigación o para producir los fármacos, la utilización de transgénicos en agricultura no tiene marcha atrás porque una planta modificada está cruzándose y afecta cultivos naturales. La semilla ya está introducida en el mundo.

¿Pero no hay ensayos científicos sobre los posibles efectos sobre la salud? Los hay pero los hace la misma empresa productora, y además la información es confidencial. ¿Y los organismos públicos? Sobre esto, Gabi da una cita: “No se prevé que la EPSA [organismo regulador de la Unión Europea] lleve a cabo tales estudios, ya que es responsabilidad de la empresa biotecnológica solicitante demostrar la seguridad del producto MG [modificado genéticamente] en cuestión”, (2006).
Gabi terminó su charla diciendo que existen otros métodos de mejora, técnicas que permiten seleccionar mejor, utilizando también conocimientos de genética pero sin recurrir a transgénicos.

¿Quién decide?
La tercera y última ponencia de las Jornadas resaltó el aspecto político de los temas medioambientales. Se titulaba “La Alienación de lo Local. Un análisis crítico de la nueva Ley de Sostenibilidad y Racionalización de la Administración Local” y estuvo a cargo de David Molina, biólogo e investigador en procesos de participación en la zona del Río Dulce de la Universidad Complutense .

Según David, lo que hace la nueva ley, aprobada el año pasado, es un recorte de competencias municipales, especialmente en la materia de medio ambiente y los servicios sociales, que van a parar a las Diputaciones. David considera como un pretexto falso para la lay el endeudamiento de los municipios. El objetivo es abrir nuevas posibilidades para grandes empresas, ahora que ha caído el negocio de construcción. Recalcó que para aprovechar los recursos locales, como puede ser la biomasa de los bosques, en beneficio de la gente que vive aquí y no de las grandes compañías que vienen de fuera, hace falta potenciar la gestión colectiva local.

 

Herbicidas alrededor de nosotros

Paulina Belinchón, de la Plataforma contra Herbicidas de Guadalajara, fue una de las ponentes de las Jornadas. Nacida en un pueblo de Cuenca, ahora vive y trabaja en Fontanar.

¿Cómo empezaste a cuestionarte los herbicidas?

A nivel individual, he visto que se hacía una práctica muy poco adecuada del uso de herbicidas. He visto que se echaban en las acequias, en las aceras. Incluso vi una vez a un empleado del Ayuntamiento que iba echando herbicidas a una acera, cuando iba detrás repartiendo cartas (soy cartera), y de una casa salió un bebé con un chupete que le cayó en el suelo… Y entonces me alarmó lo que estaba ocurriendo de una forma invisible…

¿No tenías en aquel momento conocimientos especiales sobre el tema?
En aquel momento no los tenía pero intuía que si la hierba el día siguiente se ponía amarilla, aquello tenía que ser malo para los niños y para las mascotas. Y entonces empecé a investigar en Internet y recoger la información sobre el glifosato.

¿Qué es el glifosato?
Casi todos los herbicidas que se usan en la ciudad son a base de este producto. Fue creado por la empresa Monsanto, y hay investigadores, como el francés Seralini, que intentan demostrar  la nocividad de estos productos. Encontré plataformas en España, en concreto en Canarias, que estaban trabajando para eliminar todos estos productos fitosanitarios de las islas porque consideran que son ecosistemas muy sensibles y hay que cuidarlos… Después con gente que conocí en mi pueblo presentamos una propuesta para eliminar su uso en el término municipal.

¿Cómo reaccionó el Ayuntamiento?
El Ayuntamiento primero dijo que no tenía otras herramientas y con el herbicida rápidamente se acaba el problema. Lo volvimos a intentar, y nos dijo que era legal. Nadie dice que no. También es legal fumar pero nadie le da de fumar a un niño. Y luego dijeron que iban a usarlo lo mínimo.

¿Y cuál es la alternativa?
Una desbrozadora.

¿Sale más caro?
No creo. Es cuestión de hábitos. Es el mismo empleado. Además, cuando trabaja con herbicidas está dispuesto directamente a la sustancia…

¿Y luego te pusiste en contacto con la Plataforma contra Herbicidas de Guadalajara?
Participé en su creación. Con la Plataforma sientes que alguien te puede proteger en el caso de que haya problemas.

¿Participan los sindicatos agrarios en la Plataforma?
Al principio participaban los sindicatos defendiendo a los ganaderos que tienen problemas con las ovejas que se envenenan. Pero ahora no lo hacen porque hay un conflicto entre ellos, defienden a ambas partes, a agricultores y ganaderos.

¿Pero es posible luchar con las plagas y malezas sin utilizar productos químicos?
Si haces un monocultivo estás arriesgando tu tierra a que tenga una plaga. Lo que estás haciendo es romper el equilibrio biológico. Si tienes una rotación de cultivos, una diversificación, entonces el riesgo baja.En cualquier caso no estamos contra los agricultores convencionales, estamos en contra del mal uso. Y tenemos más posibilidades de actuar en las zonas públicas. No tenemos capacidad de sancionar a los agricultores o gente que hecha herbicidas saltándose de la normativa dentro de sus propiedades.

¿No se puede sancionar?
La normativa regula el uso de productos fitosanitarios en todos los espacios públicos, agrícolas y no agrícolas. Lo que pasa es que esta normativa no conlleva sanciones, solo son recomendaciones.

¿Echan herbicidas en las huertas para su propio consuno? Es difícil de entender.
Se vende como la solución a sus problemas. Incluso la publicidad utiliza el término “curación”… “Curar las patatas”.

Si estás enfermo, también tomas medicinas que son productos químicos.
Sí, pero no te pones un tratamiento de quimioterapia preventivo… Es lo que se hace más o menos echando glifosato en el suelo.

Lo que se ve es que se utiliza junto a las carreteras…
No lo usan en todas. Vas por una regional y ves toda la cuneta quemada, en una local o de la Diputación ves que ha pasado la máquina y ha cortado la hierba.

¿En este caso la Diputación está actuando mejor?
Sí. Habrá algún técnico más sensible.

¿Qué ha conseguido la Plataforma?
Varios pueblos ya se han adherido a los principios de la Plataforma y han decidido que no van a usar herbicidas. Una cosa interesante que hemos conseguido es que varios pueblos entraran en la Red Terrae que son proyectos de desarrollo local financiados por fondos sociales europeos. Uno de los requisitos para adherirse a esta red es no utilizar herbicidas en el término municipal por parte de las instituciones.

 

Viñeta

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