Muchas veces me preguntan, de qué signo soy, cuando les digo que de ninguno me dicen que eso es imposible, ya que tengo fecha de nacimiento, tengo que ser necesariamente de alguno. Sin embargo, si yo no creo en ese asunto, no soy de ningún signo. Es lo mismo que me pasa en los taxis de Bogotá: ¡español y no es de ningún equipo de futbol! Imposible…
La historia de la ciencia es una rama de otra disciplina, la historia, que se encuentra menos desarrollada que su hermana mayor. Llena de lugares comunes y falsas interpretaciones que confunden a la gente.
Falsa creencia. La astrología es la madre de la astronomía.
La manifestación más antigua conocida de la astronomía es una serie de 29 marcas en un hueso de hace 35.000 años, el hueso de Lebombo, que seguramente llevan el cómputo de los ciclos lunares (como otros huesos posteriores descubiertos en muchos lugares de África y Europa que muestran calendarios lunares más complejos). Es el instrumento científico del homo sapiens más antiguo conocido.
Con estas marcas los humanos cazadores-recolectores del sur deÁfrica establecían un calendario lunar con el que podían prever los mejores días o noches para emprender la marcha o las épocas del año para recoger ciertas frutas o para cazar determinados animales migratorios.
Los cazadores-recolectores africanos y europeos nos han dejado muchas huellas de su observación del cielo, y ninguna de ellas muestra la más mínima evidencia de que creyeran que los astros gobernaban el futuro de las personas o que el carácter de las mismas dependiera de su fecha de nacimiento. Quien afirme tal cosa está proyectando sus creencias actuales a otros humanos que pertenecían a otras culturas muy diferentes de la suya.
Y esto fue así hasta que los sacerdotes babilónicos, 4.000 años antes de nuestra era, desarrollaron la creencia de que las posiciones en el cielo de ciertas estrellas predecían el futuro del reino. Más adelante empezaron a creer que también predecían el futuro del elemento más importante del reino, el rey.
En la astrología original, los astros no estaban conectados con las personas, sino con el reino; la conexión con el rey fue puramente instrumental. De allí se pasó a conectar a otras personas importantes (generales, sacerdotes...) del reino. Los “pobres mortales”, el pueblo, no disfrutaban de ese privilegio.
Las diferentes derivaciones de esta creencia a lo largo de los pueblos mediterráneos fue complicando esta idea artificial mediante el desarrollo de las casas del zodiaco, los 12 signos, la creencia de que las personas nacidas en una época determinada tiene el mismo carácter... y otras muchas cosas sin sentido (ver el artículo anterior: “Astrología ¡menudo invento!”).
Es decir, la astrología no puede ser el origen de la astronomía por la simple razón de que la madre no pude ser más joven que la hija (nada menos que 24.500 años).
Cuando te pregunten ¿de qué signo eres?, sin tener en cuenta que los demás no tenemos por qué creer en sus supersticiones, respóndeles sin pudor: “¿Yo?, del signo positivo”.