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La anécdota de esta caminata sucedió en un día previo a la excursión, cuando hacíamos la exploración del terreno para comprobar el grado de dificultad que encontraríamos el día en el que fuésemos todos. A ras de tierra, en las inmediaciones de la Cueva de la Hoz, nos encontramos de sopetón con un buitre de una envergadura enorme que estaba posado en una roca en la orilla del camino. Entre el susto y la admiración de ver al animal cuando desplegó sus alas, fuimos incapaces de hacer una foto con la suficiente calidad para poder mostrar un ejemplar de buitre leonado (Gyps fulvus) que a nosotros, desde luego,  nos pareció el “rey del valle”. No quedó tan impresionado Luis Fraile, dada su condición de conocedor de la zona y enamorado de sus parajes. En esta ocasión nos ha traído hasta aquí, tal y como hacía con  sus alumnos del Instituto para que disfrutasen de la naturaleza y aprendiesen sus primeras lecciones de Geografía e Historia (prehistoria), mucho antes de que ocurriese el trágico incendio de julio de 2005 que asoló los pinares de estos términos.

El día de la excursión, domingo 3 de agosto, tuvimos la ayuda del experto en Geología Isaac Álvarez, profesor en la Universidad de Oviedo, dado el particular interés que en esta materia tiene este saludable paseo.

Salimos temprano en coches desde la Plaza Mayor de Sigüenza hasta La Riba de Saelices, una vez allí tomamos una pista de ripio, que discurre por el margen izquierdo del Arroyo de La Hoz hasta llegar al merendero situado al pie de de la Cueva de Los Casares, famosa por sus grabados paleolíticos. Desde allí atravesamos una corta hoz conformada por materiales carbonatados, calizas y dolomías que constituyen la facies Muschelkalk de la serie triásica. Este nivel calcáreo es el que ha dado lugar a la cueva citada, mediante un proceso de Karstificación tan frecuente en los carbonatos. Su sedimentación tuvo lugar, hace millones de años, en aguas tranquilas próximas a la costa y a una profundidad somera, de varias decenas de metros, sin llegar a estar afectada por las mareas.

Al continuar avanzando, siguiendo el cauce aguas arriba, el valle se va abriendo haciéndose más amplio. En esta zona impresionan las altas paredes de rocas formadas por materiales detríticos de tonos predominantemente rojizos, compuestos por arenas y cantos rodados con intercalaciones de arcillas. En donde es frecuente observar diversas figuras sedimentarias de origen continental, tras un periodo que debió ser tremendamente erosivo. A lo largo del recorrido se han dispuesto unas tablillas ilustrando los procesos geológicos observados, que enriquecen el recorrido y ayudan a comprender mejor el entorno.

Sin demasiado esfuerzo llegamos a la zona de Los Milagros. Son unas elevaciones de aspecto monolítico que llaman poderosamente la atención, especialmente el conocido Puntal. Tienen una amplia base y varias decenas de metros de altura, erguidos en el medio del valle constituyen la extraordinaria singularidad que le da el nombre. Los Milagros son restos del citado proceso erosivo al que fue sometida toda la serie triásica, quedando los Milagros como mudos testigos del aspecto que tuvo este valle antes de la erosión.

Siguiendo aguas arriba el entorno del recorrido va cambiando de color. Los tonos de la roca se hacen más oscuros y el relieve se hace más abrupto, lo que significa la presencia de materiales más duros y más difíciles de erosionar; son pizarras y cuarcitas de aspecto grisáceo que podemos observar en la construcción de tapias y cabañas que se encuentran por aquí. Los cambios observados en los materiales geológicos muestran una discordancia geológica que está ampliamente detallada en la tablilla que se encuentra en un pequeño alto, fácilmente identificable.

El cauce se estrecha más y más, el camino desaparece y se anda con dificultad. Para avanzar vamos alternando un lado y otro del arroyo, a veces no queda otra posibilidad que caminar por el mismo arroyo saltando de piedra en piedra. Avanzamos tan lentamente que desistimos de llegar a Santa María del Espino, dejando el resto del trayecto para otra ocasión que vengamos con más tiempo y en una época del año que no haga tanto calor.

Después del esfuerzo realizado hemos tenido tiempo para almorzar bajo Los Milagros y de disfrutar de una agradable compañía mientras hemos caminado. Gracias a las explicaciones de los profesores hemos contemplado toda la serie triásica con sus tres tramos clásicos de Buntsandstein, Muschelkalk y Keuper, junto con la extraordinaria anomalía geológica, como es la disposición del Trías y el Pérmico extremadamente discordantes sobre un afloramiento de Ordovicico, en donde tiene lugar una separación temporal de casi 200 millones de años, durante los que no se depositó nada, o si se depositó, fue erosionado.

Este verano, en el que las actividades culturales en Sigüenza han sido muchas y muy interesantes, hemos querido unirnos programando paseos de los que promueven la salud y ayudan a mantenerla  tanto en lo físico, como en lo psicológico y lo social. En unas mañanas esplendidas nos hemos acercado por el pinar hasta  sus fuentes y hemos podido ver y comprender parte de las características de la formación de nuestra geografía y de los primeros pasos que dieron por ella los seres humanos, allá por la prehistoria.

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Viñeta

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