Quienes han navegado por alta mar saben del poder subyugante de su inmensidad; quienes han regresado de una navegación espacial, aunque no haya sido más allá de esa chafarina que es la Luna, hablan de experiencia arrebatadora.
Los demás podemos sacrificar una porción de inmensidad a cambio de la seguridad y comodidad de la contemplación “desde la costa”, más asequible y que nos proporciona no poco deleite y paz. Si en tierra firme contamos con faros de una gran belleza, como pueden ser la Torre de Hércules, los de los cabos de Machichaco y de Palos en la península o los de Favàritx y el acantilado de La Entallada en sendos archipiélagos, en el firmamento nos podemos guiar por las estrellas más fulgurantes. Desde el mirador celeste se puede hacer un poco de navegación “de cabotaje astronómico” al amparo de los quince faros más brillantes de nuestro cielo seguntino. Son, por este orden: Sirio, Arturo, Vega, Rígel, Proción, Betelgeuse, Capella, Altair, Aldebarán, Espiga, Antares, Póllux, Fomalhaut, Deneb y Régulus.
Identificarlos significa poner puerto en 14 constelaciones diferentes: el Perro Mayor, el Boyero, la Lira, Orión (la única con dos representantes: Rígel y Betelgeuse), el Perro Menor, Auriga, el Águila, Tauro, Virgo, Escorpio, los Gemelos, los Peces Australes, el Cisne y el León, respectivamente. No es difícil aprendérselas porque 12 de estos faros están en asterismos (figuras) muy grandes y reconocibles que marcan las estaciones del año (3 en el triángulo de verano, 7 en los vértices y centro del hexágono de otoño-invierno y 2 en el diamante o rombo de primavera) y otros dos en conocidas figuras animales del zodíaco (León y Escorpión). El que queda, Fomalhaut, nos servirá para conocer una constelación exótica, los Peces Australes, en los límites del cielo visible desde Sigüenza, cual si fuera el Faro de Finisterre.
Esta lista de quince estrellas es la que resulta de eliminar de las 20 estrellas más brillantes de todo el cielo aquéllas que no se ven desde nuestras latitudes: Canopo, el pie y la rodilla del Centauro, Achernar y Mimosa (ésta última en la Cruz del Sur). Todas tienen brillos de “primera división” (primera magnitud) o incluso mayores (en esta “división de honor” juegan Sirio, Arturo, Vega, Rígel y Procyón). La mayoría son brillantes por estar relativamente cerca (decenas de años-luz) pero otras lo son a pesar de estar a centenares de años-luz (Espiga, Betelgeuse, Antares, Rígel) e incluso a miles de años-luz (Deneb), lo que indica su monstruosa potencia radiativa.
Una vez que uno tiene quince alfileres en un mapa, lo tiene prácticamente conquistado. Feliz singladura.