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Que en la prolongación del eje terrestre por el hemisferio en que vivimos se encuentre una estrella brillante y aislada es una bonita casualidad –de la que, por cierto actualmente no gozan en el hemisferio sur. Yo diría que es un regalo del cielo pues una estrella polar es una brújula siempre visible –no sale ni se pone–, cuyo entorno sirve de reloj nocturno y cuya elevación sobre el horizonte nos da nuestra latitud geográfica.

Así, Polaris, nuestra actual Estrella Polar, nos marca la dirección Norte y de ahí podemos deducir el resto de puntos cardinales. En el mirador del polvorín están indicados mediante flechas de madera. La que marca el Norte lleva esta inscripción: “POLARIS (430 años-luz) 41º 4' NORTE”. Es emocionante apoyar en ella una linterna o un láser, como el de la imagen, y enviar un haz de luz hacia la única estrella cuya posición aparente no se ve afectada por nuestra rotación diaria y comprobar cómo a lo largo de la noche todas giran en torno a ella. También encontraremos Polaris prolongando unas cuatro veces la línea que une Merak con Dubhe, las dos estrellas exteriores del cazo de la sartén con que comúnmente se asocia el asterismo de la Osa Mayor.

Para medir el paso del tiempo por la noche podemos imaginar un gigantesco reloj nocturno: su centro es Polaris y como aguja del tiempo se puede usar la misma línea Merak-Dubhe-Polaris. Debido a la rotación terrestre, la aguja dará una vuelta completa en sentido antihorario alrededor de Polaris en 24 horas. Si dividimos el reloj imaginario en los 12 sectores de un reloj tradicional cada sector representará dos horas.

Por otra parte, septiembre nos trae el fin del verano (equinoccio del día 23) y el año nuevo de los calendarios hebreo (día 9), cóptico y etíope (día 10), islámico (día 10-11) … y académico. ¡Feliz año a todos!

¿Sabías que no siempre hemos tenido la misma estrella polar?

En el mirador celeste del polvorín de Sigüenza la línea de trazos amarillos (círculo de trazos en la figura) indica las sucesivas posiciones a las que apunta el eje de nuestro planeta a lo largo de un ciclo de unos 26000 años debido a su poco conocido movimiento “de peonza” (precesión de los equinoccios). Llamamos Polaris a la estrella que actualmente marca el Norte (en la Osa Menor), pero en la época del Antiguo Egipto, hacia el año 3000 a.C., la estrella polar era Thuban (en el Dragón); en el futuro, hacia el año 7000 de nuestra era lo marcará Alderamín; en el 10000, Deneb (cola del Cisne); en el 14000, Vega, y hacia el año 21000 le volvería a tocar a Thuban.

Viñeta

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