Jorge, sabemos que la profesión de guía turístico está muy reglada y es un gremio donde no es fácil entrar. ¿Cómo funciona esto?
En Castilla-La Mancha llevan años sin convocar pruebas de guías oficiales de turismo, yo me leí la ley y vi que existía la figura de “informador turístico”. El informador turístico ejerce de guía en municipios menos de 10.000 habitantes. Yo soy licenciado en Historia por la Universidad de Alcalá, además tenía cursos de turismo. Para ejercer la profesión tuve que ir a Toledo a hacer una especie de convalidación y al final me aceptaron. Una vez que obtuve el carnet de informador turístico ya pude darme de alta y ejerzo en Sigüenza con esta licencia que es de la comunidad de Castilla-La Mancha.
Parece que has descubierto una buena fórmula. Por lo menos, desde fuera parece un éxito. ¿Hay algunos puntos difíciles?
Puntos difíciles… Siempre tienes que pagar tu mensualidad de autónomo. Hay meses que trabajas prácticamente sin sacar beneficios. Pero eso les pasa a todos los autónomos. En Sigüenza el trabajo es estacional. Yo lo considero un trabajo más, desde luego no para hacerse rico ni mucho menos. Para ir tirando.
¿Cómo encuentras a los clientes?
Trabajo a partir de hoteles, casas rurales, restaurantes de Sigüenza y de los alrededores donde mantengo mi publicidad y también a partir de mi página web y redes sociales. Sobre todo aumentó la cantidad de visitas al darme de alta en la página Tripadvisor, una página donde la gente comenta las actividades que hace en los lugares a los que va. Me reservan antes de venir, por ejemplo los sábados tengo un horario fijo, empiezo a las 11 de la mañana, suelo tener de 6 a 8 personas ya captadas. Luego también me toca el “trabajo de campo”, salir un poco antes a repartir la publicidad, buscar si alguien quiere apuntarse a la visita. Así voy poco a poco sacando mis visitas.
¿Qué cualidades tiene que tener un informador turístico?
Que le guste el trabajo y sobre todo que nunca pierda las ganas de seguir aprendiendo. Que tenga curiosidad y que le guste la historia y la cultura. No diría que hace falta una formación específica de algo –además yo creo que muchas veces la carrera es un título y nada más–.
¿Es fácil establecer el contacto con la gente?
Por lo general, mi experiencia es buena. Además, Sigüenza es una ciudad que rebosa historia por todos los poros. Yo creo que la función de guía es un apoyo más a una ciudad que ya habla por sí misma. Intento hacer que las visitas incluyan un poco de todo, desde datos más técnicos hasta algunos chascarrillos. Siempre pregunto, si les interesa el arte, la historia o simplemente dar una vuelta por la ciudad. Y si haces un trabajo con un grupo de empresa –en Sigüenza hay varios lugares donde las empresas hacen sus congresos– suelen solicitar dar un paseo para relajarse y conocer la ciudad. La propia empresa pide algo divertido, algo ameno, que no se centre solamente en lo histórico. Cambio la forma de enfocar la visita según lo que pida el cliente.
¿Qué diferencia hay entre hacer una visita para un grupo o para dos personas?
En un grupo de 15-20 personas surgen muy pocas dudas, la gente va tranquilamente escuchando. Cuando trabajas con dos personas ya no solamente estás contando historia de la ciudad, estás hablando de cómo vive Sigüenza, como funciona entre semana, puedes contar mucho más… además ellos también te van a contar de donde vienen, sus experiencias, pueden preguntar más abiertamente, más tranquilamente sobre temas. Podemos decir que con dos personas es una visita con más interactuación.
¿Nunca te ha tocado algún erudito al que no sabías que contestar?
Sí, eso de las visitas siempre es una incógnita, no sabes con quién vas a trabajar. Recuerdo por ejemplo un caso concreto. Una pareja que había comido en la taberna del Gurugú de la Plazuela, allí encuentran mi publicidad, me llaman y les hago una visita. Y resulta que uno de ellos era hijo de un historiador que estudió muchísimo la figura del Cid Campeador. Me dijeron que habían ido a Atienza porque allí estuvo el Cid, lo menciona el poema… Yo les comenté los datos básicos sobre el Cid y cuando acabo la visita, me dice que es hijo de tal señor que por supuesto sabía muchísimo más del Cid que yo… Hay que tratar de hablar con firmeza de lo que conoces, y cuando no sabes la respuesta o tienes dudas, reconocerlo e informarte para la siguiente vez.
La historia de Sigüenza abarca tanto… ¿Qué es lo que más te gusta contar?
Por ejemplo, narrar una batalla medieval. Juan Antonio Martínez Gómez-Gordo ha escrito un libro sobre el castillo de Sigüenza donde se narra una batalla que llama la atención de los visitantes porque la gente siempre busca la Edad Media…
Otra época que me gusta mucho tratar es la de finales del siglo XIX–principios del XX, cuando llega el ferrocarril a la ciudad. Entonces llega ese primer veraneo y Sigüenza se convierte en una ciudad cosmopolita, esas familias que llegan a la ciudad cambian la idiosincrasia, cambian las cosas, se abre el parque de la Alameda, los quioscos… Los felices años 20, la Belle Époque, Ortega y Gasset veraneando en Sigüenza… Son temas costumbristas muy pintorescos. Llaman mucho la atención los casinos que siempre había en la ciudad… Juan Carlos García Muela ha recuperado en su libro sobre los comercios de Sigüenza muchísima información sobre todo este tema. Hay mucha gente que escribe sobre esta época y a mí en particular me gusta mucho. Todavía la puedes ver palpable en los quioscos, en rincones, en plazuelas la Sigüenza de hace 100 años.
¿Y el tema de la guerra civil lo tratas?
El tema de la guerra civil a mí siempre me ha interesado. Yo cuento la guerra tal y como pienso que ocurrió, me he documentado todo lo que he podido. En Sigüenza hubo una batalla corta pero muy intensa. Las fotos de la Catedral destrozada es un documento importantísimo. El asedio que se vivió en el interior de la Catedral durante seis días fue dramático… Además de ser un tema apasionante, es muy crudo, muy duro. Pero han pasado 80 años y es el momento de hablar de las cosas con tranquilidad. Sobre todo porque la forma de caminar hacia el presente es el pasado. Las cosas explicándolas bien –estoy convencido– no dan lugar a ningún tipo de conflictos, se trata simplemente entender la historia.
Cuando estudiaste en la facultad, ¿en qué periodo histórico te especializaste?
Hice la licenciatura de Historia que abarcaba desde la antigüedad hasta la edad contemporánea. Recuerdo con agrado varios trabajos, uno sobre documentación, en el que tuve el honor de que mi profesor fuera Plácido Ballesteros, documentalista y medievalista bastante reputado ahora mismo en la provincia de Guadalajara. En este trabajo tratábamos sobre fuentes historiográficas y él nos mostraba cómo se estudia historia, dónde se encuentran los archivos, como hay que trabajar. Me sirvió mucho para estudiar la historia.
Recuerdo otro trabajo sobre instituciones políticas en el antiguo imperio romano, vamos, de hace 2000 años… Pero lo asimilabas a muchas cosas de nuestros días, te dabas cuenta de que la historia para nada es una cosa del pasado, siempre está relacionada con la actualidad. Yo en mis trabajos realmente siempre he disfrutado asociando cada parte de la historia con nuestra propia realidad.
El lema que hemos visto en tu publicidad –“lo que no encontrarás en Google” – parece curioso. ¿Cuáles son tus fuentes de información?
Cuando empecé tuve la ayuda y las puertas abiertas de la casa de Pilar Martínez Taboada y de la Fundación Martínez Gómez-Gordo para poder documentarme de todo lo que se había escrito sobre Sigüenza a través de ese proyecto precioso que eran los Anales Seguntinos que creo que empezaba en los años 80. Te das cuenta que en Sigüenza ha habido muchísima gente trabajando, invirtiendo tiempo, publicando cosas… Sin ellos yo no podría hacer las visitas.
Y también está lo que te cuentan los seguntinos…
Lo bonito también de este trabajo es que paseo por las calles y la gente de Sigüenza me cuenta historias. Hace poco cuando estaba hablando con un grupo de 10-12 turistas, nos cruzamos con dos mujeres, una de ellas fue la última resinera de Sigüenza. Se acercaron y entraron al trapo. Y fue algo mágico, espectacular porque nos dieron una charla de 12-15 minutos de costumbres, de cómo vivían ellas antiguamente, de los trabajos que habían realizado, de la vida y de la historia de la ciudad. Me quedé impresionado, pero la gente del grupo mucho más.
Otra anécdota. Estoy terminando una visita en el parque de La Alameda y hablo de la historia del templete donde tocaba la banda municipal… Saco una fotografía que se publicó en los años 50 con toda la banda, estoy mostrándola al grupo y aparece por detrás un señor con su señora y me dice: “¿puedo decir una cosa?.. Yo soy este chaval de aquí de abajo y mi padre el de aquí de arriba”. Y claro, contando yo un poco sobre historia de la banda y viendo en la foto a un chavalín de unos 12 años, y que aparezca un señor mayor y comparta con nosotros su experiencia, es algo extraordinario. Esto me pasó hace poco un sábado por la mañana.
¿Qué atrae a la gente que viene a Sigüenza?
Mucha gente viene porque alguien ya les ha recomendado la visita. Luego hay gente que viene de rebote. He hecho bastantes visitas a gente que dicen “hemos pasado de casualidad” porque les pilla de camino de Madrid, o de Zaragoza o de Barcelona.
Desde el punto de vista de la gente que viene ¿qué les falta en Sigüenza?
Por lo general, entre semana, el no tener acceso a muchos monumentos al estar cerrados.
¿Y qué les falta a los seguntinos?
Sigüenza tiene fuerzas que promueven diferentes aspectos culturales y hacen que poco a poco se perfile una idea más unitaria de lo que quiere ser la ciudad.
Ahora mismo hay muchísimas camas para dormir, hay muchísimos restaurantes. Los hosteleros, las casas rurales forman una fuerza de servicios que tienen que ser impecables. Y también hay una fuerza cultural que es la que tiene que moverlo todo. Sigüenza es Sigüenza por todo su patrimonio. Si conseguimos desarrollar un proyecto cultural en Sigüenza, no lo van a disfrutar solo nuestros visitantes –ellos lo van a disfrutar una vez cuando vengan–, nosotros somos los que lo vamos a tener para siempre.
También sería interesante hacer en Sigüenza algo relacionado con la docencia universitaria. Otras ciudades europeas de las mismas características lo están haciendo, y es impresionante la vida que le da a una ciudad poder atraer a 300 o 400 estudiantes.
La mayor parte de los seguntinos que estudian, sobre todo en la universidad, luego no vuelve a Sigüenza. Sin embargo tú volviste..
Yo creo que al final, cada uno tiene que forjar su destino, hay que mojarse. Muchas veces esperamos que nos den las cosas ya hechas pero es uno mismo el que tiene que tomar la iniciativa, hay que tomar algún riesgo, luego hay recompensas, hay momentos malos, buenos. Soy de la generación de 1983, tengo otro compañero, Rafa Alvir, que también estudió fuera, estudió Derecho en Zaragoza, luego volvió a la ciudad, el también trabaja aquí, es procurador. Yo creo que con ideas sí que se pueden crear aquí trabajos estables.