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A principios de julio por tercera vez va a actuar en Sigüenza la Compañía de Danza Nieves Jiménez. Hablamos con la bailarina y fundadora de la escuela Nieves Jiménez Ortiz en su chalet cercano a la plaza de toros seguntina.

Una pregunta casi de protocolo: ¿Cuál es tu vinculación con Sigüenza?

La familia de mi madre es de Sigüenza, y toda mi niñez he venido a Sigüenza. Y luego conocí a Nicolás [el marido de Nieves] también aquí. No es de Sigüenza pero también veraneaba aquí. Nos casamos en Sigüenza, bautizamos a nuestras hijas aquí, y luego nos hicimos esta casa. Y ahora mis hijas también tienen aquí su pandilla.

¿Tu afición al baile no tiene nada que ver con Sigüenza?

No… Aunque mi madre siempre me ha contado que yo he salido a su padre, nuestro abuelo, que dirigía un grupo de jota y le encantaba bailar. Era de Moratilla. No lo conocí.

¿Cómo te enganchaste al baile?

Desde pequeña me gustaba bailar. Lo que pasa es que nací con un problema en la espalda. Estuve dos años yendo cada día a la rehabilitación al hospital de San Rafael. Era bastante duro. Además somos de San Fernando de Henares, no de Madrid. Lo que implicaba salir del colegio pronto, tirarme dos horas de rehabilitación. Lo pasé francamente mal de los 7 a los 9 años. Y entonces toda mi ilusión era bailar. Mi madre me prometió: “Cuando te cures y nos deje el médico, te apunto en la escuela de danza”. Y así fue, cuando me dieron de alta me apunté a una escuela de danza en San Fernando. Y ahí empecé, y me encantaba.

Dije a mis padres que quería dejar el instituto y ponerme a bailar. Pusieron el grito en el cielo. Y además era muy costoso. No podía entrar en el conservatorio, las pruebas eran para gente mucho más joven, yo tenía 16 años y la espalda como una tabla. Tuvo que ser una escuela privada. Mis padres no querían que dejara el instituto, pero hasta los profesores que me veían bailando –monté un grupo en el instituto– hablaron con mis padres. Que “esta niña tiene arte, esta niña baila” y que hay que “dejarla”… Y me dijeron mis padres: bueno, pues tú misma, te buscas la vida…

Busqué un trabajo en una guardería. Por la mañana me tiraba de 5 horas de clase en Madrid, comía en el tren y por las tardes, a trabajar. Me daba clases Isabel Quintero. Y en verano tomaba cursillo, con Merche Esmeralda, otro año –que teníamos que examinarnos de jota– con Pedro Azorín, con Betty, castañuelas, etc. Y así empecé.

¿Y luego montaste tu propia escuela?

En la guardería empecé con 7 niñas y acabé con 50. Pero cada vez la jefa me pagaba menos. Y fue cuando pedí a mis padres que me dieran permiso para utilizar la planta baja de una caseta que tienen, para montar una escuela. Y así con 18 años, me hice autónoma. La ilusión que tenía en San Fernando era que las chicas, que como yo querían bailar, no tuvieran que ir a Madrid ya que suponía un esfuerzo económico muy grande.

¿Y tu compañía de danza?

Con 5 ó 6 chicas formamos el grupo. Son todas alumnas que empezaron conmigo de pequeñas y que tienen la carrera de danza española [aunque también cada una tiene su profesión de la que vive]. Una de ellas trabaja conmigo en la escuela, acaba este año la carrera de baile clásico en el conservatorio. Me llena de satisfacción que yo, una chica de barrio, sin ayuda pudiera montar una escuela.

¿A los chicos es difícil atraerlos?

Es difícil. En Madrid todavía puede ser. Pero en San Fernando la mentalidad todavía es que si un chico baila… He tenido alguna vez algún alumno que quería tomarse eso un poco más en serio y al final no, “mis amigos se ríen, pues claro, ellos van al fútbol y yo voy al baile”. Adultos he tenido también, los que se apuntan a flamenco son aficionados, a lo mejor vienen con sus parejas…

¿En la escuela das desde danza clásica hasta la danza popular?

Sí, claro. Aunque yo solo preparo danza española. No sé si sabéis que para sacarte la carrera de la danza española, la primera parte del examen es de baile clásico. Folclore, flamenco, escuela bolera, ballet. Tenemos de todo.

Cuesta también mantener la escuela porque ahora hay clases de samba y bailes de otro tipo. Y las jovencitas prefieren lo que está de moda y es divertido. Y la gente mayor, los bailes de salón. El baile español no es “apetecible”. Flamenco… sí hay gente que le gusta, tiramos de flamenco. Los que nos dedicamos solo a la danza española somos, como digo yo, un poco suicidas. Yo no puedo hacer nada más que poner mi granito de arena. Solo formar a chicas y seguir potenciando la danza.

La cuestión es fomentar la danza española, nuestros orígenes. Si preguntas ahora a una chica de Madrid qué es una jota –salvo en sitios como Sigüenza que tiene su rondalla, o sea, gente que esté en contacto con un pueblo– no lo sabe, ni quién es Albéniz. Es una pena.

No ves una compañía que haga escuela bolera. “¿Qué es eso?..”Nadie lo sabe. La escuela bolera es difícil porque, entre otras cosas, se basa en la técnica del baile clásico. No todo el mundo puede bailar ese tipo de bailes, para eso hay que estudiar ballet

¿Y qué incluye el espectáculo?

Llevamos de todo. Precisamente me gusta que la danza española tenga muchos estilos y muchos registros. Empezamos por el folclore, escuela bolera, clásico español. Y el segundo acto ya es flamenco. Tenemos un repertorio muy amplio y lo vamos cambiando. Este año por ejemplo lo llamamos “Esencia de Madrid” porque en la primera parte casi todo son bailes de Madrid.

¿Dónde actuáis habitualmente?

Participamos en un programa del Ayuntamiento de Madrid, “¡Madrid activa!”, actuamos por los teatros de distritos. Estamos muy contentas porque nos han cogido. Pero, claro, una cosa es que te cojan y entrar en su catálogo y otra cosa es que los directores de los centros luego te llamen. Pero verdad que tenemos mucha acogida y ya llevamos varios años. Es muy difícil encontrar compañías como la nuestra sin ningún tipo de subvención. Sobre todo, es difícil tener tanto vestuario. Nosotros a base de muchos años, invirtiendo lo que ganamos en trajes, conseguimos tener un “buen equipaje”, como digo yo. Y lo único que queremos es que nos llamen y poder bailar. “Pisar teatro”, eso es lo que queremos.

También hacemos actuaciones benéficas. Por ejemplo, mi madre tiene Alzheimer. Cada año hacemos una actuación benéfica para la asociación del Alzheimer. Este año contactaron conmigo para asociación de Autismo, actuamos en la Plaza de Callao de Madrid y tuvo mucha repercusión. Los que nos dedicamos al arte, podemos hacer cosas por los demás.

Aparte de Sigüenza, actuáis en otros lugares de Guadalajara…

Los ayuntamientos, cuando hay fiestas, llaman a una empresa que tiene sus grupos y, según los presupuestos, lo organiza. Al ayuntamiento le resulta mucho más fácil derivar a una empresa. Nosotros no trabajamos con ningún representante porque se llevan bastante comisión y te dirigen. Preferimos llevar todo nosotras (en Madrid sí que trabajamos para varias empresas). Y como no estamos dentro de este circuito, actuábamos más porque soy de aquí. Por el boca a boca, de un alcalde a otro.

Hace años íbamos con músicos. Llegué llevar 12 bailarinas y 5 músicos en Sacedón, en Horche, en Brihuega… pero ahora con lo poco que pagan es inviable la música en directo. Y para nosotras es mucho más trabajo, porque cuando los músicos tocan solos, nosotras descansamos. Ahora es una paliza hacer una actuación de una hora y media, cambiándote constantemente de vestuario… Es complicado.

Hay muchos extranjeros entusiasmados por la danza española…

La danza española no muere gracias a las extranjeras. Sigo yendo al centro de Amor de Dios una vez a la semana. Es un centro de Madrid donde se reúnen profesionales tanto para recibir como para dar clases. Somos un grupo de profesoras, Felisa de la Torre —que es una bailaora muy buena— nos da clase para seguir manteniéndonos. Y la mayoría son extranjeras. La danza española se valora muchísimo más fuera que aquí dentro.

¿Por qué?

No sé, creo que viene desde el colegio. Igual que uno estudia los ríos de su comunidad pues tendría que estudiar los bailes de su comunidad. Si no es algo que te han enseñado desde pequeño, no tienes esa afición… No se incentiva, no se fomenta. Por ejemplo ahora hay un boom de gastronomía de master chef, me parece fenomenal, debería ser así un poquito con la danza.

Viñeta

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