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Este es el título de una novela de Arthur C. Clarke en la que los habitantes de la Luna se ponían románticos en las noches de “tierra llena”.

Un amigo me decía que sería conmovedor ver ponerse la Tierra en el horizonte, a través de la cúpula de su chalet en la Luna. ¿Es esto posible?

Repasemos qué sabemos sobre los movimientos relativos de la Luna, la Tierra y el Sol: el sistema Tierra – Luna gira alrededor del Sol una vez cada año terrestre y la Luna da una vuelta alrededor de la Tierra cada mes lunar (29 días, 9 horas y 44 minutos).

Esto hace que la Luna presente fases: luna llena, cuando el Sol se encuentra a nuestra espalda y la Luna enfrente; cuarto creciente o menguante, cuando el Sol se encuentra perpendicular a la línea Tierra – Luna; y luna nueva, cuando el Sol y la Luna se encuentran frente a nosotros.

Cuando vivamos en el Paseo de los Hoteles de la Luna, y para los terrícolas sea una noche de luna llena, el Sol y la Tierra se encontrarán en la misma dirección, por lo que veremos tierra nueva; en los cuartos de Luna, observaremos tierra en cuarto menguante o creciente, pues el Sol estará perpendicular a la línea Luna – Tierra; y cuando sea luna nueva, podremos disfrutar de una tierra llena, un espectacular disco azul jaspeado por espirales blancas.

Cada mes lunar, desde la Luna observaremos la salida del Sol como un fogonazo, sin esa bella transición provocada por la atmósfera que observamos al amanecer en nuestro planeta. Lo mismo ocurrirá con la puesta de Sol, será una ocultación gradual del disco solar, ausente estará ese lento anochecer terrestre de color rojizo, que perdura después de que el Sol haya dejado de ser visible.

Pero sabemos algo más y es que nuestro satélite gira presentando siempre la misma cara a su planeta, por lo que la Tierra está siempre colgada en la misma posición del cielo, de modo que ni sale ni se pone en el horizonte lunar.

Esta posición no es completamente fija, en un mes lunar la Tierra se mueve ligeramente de izquierda a derecha ascendiendo, para después bajar de derecha a izquierda, en un movimiento que dibuja en el cielo lunar una figura de Lissajous.

Este movimiento está producido por la libración en longitud, cabeceo de este a oeste de la Luna, efecto visual producido porque la órbita de la Luna es elíptica y no circular; y la libración en latitud, oscilación de norte a sur producida por la inclinación de la órbita de la Luna respecto de la eclíptica. Por eso vemos desde la Tierra más de la mitad de su superficie esférica, el 59 % de ella.

Para un habitante de la Luna, la Tierra presenta fases, pero solo saldrá y se pondrá para los afortunados que vivan en la estrecha banda que separa las caras oculta y visible. Para el resto de sus habitantes se verá prácticamente fija en el cielo o no se verá en absoluto.